Para aquellos que aguantan la tormenta y no se rinden.
Vayamos al tejado a ver la lluvia, a empaparnos del chaparrón, a contemplar la ciudad inundarse.
Veamos pasar la tormenta mientras el mundo ruge y tiembla, mientras todo se vuelve gris y desaparece.
Bailemos bajo las gotas al ritmo del caos que mueve el mundo, de las luces paradeantes del cielo, del tambor que retumba en tu pecho.
Dejemos que el agua limpe nuestras heridas, que todo renazca de nuevo, sin juicios ni objeciones.
Seamos niños inocentes y puros, jugando mientras la ciudad duerme cansada, entre sueños y humo.
Ríamos despreocupados de la vida y sus problemas, de la ropa mojada que nos abriga, del diluvio que lo arrasa todo.
Veremos la ciudad derrumbarse a nuestros pies.
Veremos las nubes retirarse rendidas.
Seremos supervivientes del nuevo mundo.
Seremos estrellas del firmamento.