Capítulo 23: Jaula

Despierto, después de un largo sueño. Estoy tumbado en el suelo. No recuerdo cuanto he estado durmiendo, pero se que ha sido mucho tiempo, años quizá. Me encuentro en una habitación pequeña, sin muebles, sólo una puerta de madera, una ventana que da al vacío, una cama y un espejo. Las paredes son blancas, al igual que el suelo y la ropa que llevo puesta.

Recuerdo quien soy y por qué me encuentro aquí, aunque no quiera pensar mucho en ello. Recuerdo que éste es mi sitio, aunque lo noto diferente, no sabría decir porqué. Me miro en el espejo y me veo diferente: más mayor, más real, más triste… Y tengo una cicatriz que no recuerdo. Está en el pecho, cerca del corazón.

Un ruido detrás de mi me asusta. Al girarme, sólo veo la cama. Miro debajo de ella y encuentro una pequeña caja metálica. Se muy bien lo que hay en esa caja. Por eso evito abrirla, por eso evito siquiera tocarla. Pero la caja sigue ahí. Da igual las veces que la tiré por la ventana, siempre vuelve. Da igual que evite mirarla, aunque sea de reojo, siempre me atrapa. La caja siempre está ahí y estará ahí hasta el fin de mis días, incluso más.

Por eso no puedo evitar la tentación de abrirla. De dentro salen miles de fotos, miles de cartas, miles de recuerdos. Ahora veo lo que ha pasado. Dios, qué he hecho? Qué hice? Ese era yo? Sí lo era. siempre ha sido así. Yo lo hice y no puedo cambiarlo.

De pronto, la herida del pecho se abre y empieza a salir sangre a chorros. Intento taparla con las manos, que se me tiñen de rojo. Un gran dolor invade mi cuerpo, pesado como una roca, negro como el ocaso. Grito desesperado, mientras aporreo la puerta. No se abre. Las paredes empiezan a mancharse de rojo. La habitación se tiñe de rojo. Todo se convierte en un torbellino rojo, en una tormenta carmesí, un tornado de rabia. Y de pronto se apaga.

Vuelvo a despertar. La habitación sigue igual de blanca que antes, la herida limpia, como si no hubiera pasado nada. Como si no quisiera recordar qué ha pasado algo. Intento salir, pero la puerta sigue cerrada. Más allá de la ventana solo hay la oscuridad, un pozo infinito sin luz. Me siento atrapado, como un gorrión en una jaula. Habrá alguien observando, riéndose de mi ahí fuera?

Tras un largo tiempo, ya veo que es diferente en la habitación. No es lo que tiene. Es lo que le falta. Está tan vacía. Solo hay el espejo, que desprecio, la cama, que me atonta, la ventana, que no da a ninguna parte, y la puerta, que no se abre. Y la caja, que siempre está y estará ahí. Ningún vínculo, ninguna conexión con el exterior. Esto es todo lo que tengo?

La frustración me enciende, empiezo a destrozarlo todo. Vuelco la cama, destrozo las sabanas, despedazo los cojines, esparzo la caja por el suelo, la piso, la quemo, la muerdo, rompo el espejo con la mano, otra vez vuelve a abrirse la herida, otra vez vuelve a teñirse de rojo, otra vez se apaga.

Despierto y el desencanto me aturde. La desesperanza se convierte en realidad, el mal trago, en la verdad infinita. Los días pasan en la jaula sin salida, cada uno más gris que el anterior.

De pronto, un rayo de luz atraviesa la ventana, hacia la puerta. Cansado y aturdido me arrastro hasta él. Con gran esfuerzo me levanto y cojo el pomo de la puerta. Y la abro. Así de sencillo. Así de difícil.

FIN

PD/ Ismael Serrano – La Locura

PPD/ Próximo capítulo: 6 de marzo

3 comentarios en “Capítulo 23: Jaula

  1. Escalofriante y cierto.. Creo que todos alguna vez nos hemos encontrado en esa situacion. En una situacion de impotencia, de rabia, de dolor. Algunos mas frecuentemente que otros, pero todos al fin y al cabo… Y la soluvlcion al problema a veces es TAN sumamente sencilla que no sabemos o no podemos verla (o incluso no queremos verla).

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  2. Doncs si…. ja passa ja!

    Els malsons, en realitat, no són tant complicats com semblen, simplement són imatges violentes i xungues que ens envia el subconscient per tal de fer-nos un toc d’atenció… que quan s’interpreten, acostumen a simbolitzar coses bones, però els humans ja ho fem això de targiversar els fets…

    Com deia un antic profe meu de Castellà, «todo se consigue derramando sangre, sudor y lágrimas».

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    1. No és un malson, és una metáfora literaria d’un estat anímic i conceptual derivat de una involució en el procés academic i vital. És a dir, una anada d’olla.
      Doncs el teu profe tenia raó, les coses mai són fàcils d’aconseguir, pero a vegades són més fàcils dels que semblen o del que ens proposem.

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